lunes, 11 de abril de 2011

El regreso de Caifanes se convirtió en un karaoke de 60 mil voces

El público del Vive Latino coreó la letra completa de todas las canciones


Si no estuvieron los del Record Guinness en el Foro Sol para constatar la hazaña, habrá que mandarles el video porque lo que consiguió la esperada reunión de Caifanes fue el mayor karaoke de la historia del lugar (colmado en su totalidad) y del mundo.

“Raza, Caifanes a tus pies”, fueron las primeras palabras de un Saúl Hernández agradecido con más de 60 mil asistentes del Vive (que cantaron todas y cada una de las rolas ofrecidas, haciéndole prácticamente su chamba). Hernández al fin se reencontró consigo mismo sacudiéndose el fantasma de un Robert Smith que paradójicamente, dicen algunos, siempre quiso ser “El Chato”.

Luego de que por la tarde-noche calentaran el escenario primero Los Bunkers y luego Los Enanitos Verdes, y tras una enseñada fugaz de senos, se escuchó la voz de Rita Guerrero en “Azul Casi Morado”, dándole la bienvenida al reencuentro con “Será por Eso”, seguida de “Mátenme porque me Muero” con Saúl como director de aplausos.

Atrás quedaron las malas ondas, los registros indebidos del nombre de Caifanes (como consecuencia del pago de la membresía en una máquina de hacer dinero), los golpes altos y bajos, los rencores, los chantajes. Todo parece que se lo llevó el “Viento”, la tercera canción.

Un público fiel desde los tiempos de Rockotitlan, y otro nuevo ávido de conocer la historia, reclamaron con justicia su pedacito de caifán ante los acordes de su auto justificación “Antes de que nos Olviden”. La carretada de buenas canciones de sus cuatro álbumes, bien cotizados en sus ediciones originales de vinilo multiplican al respetable celular en mano, hasta que viene la calma con un mini-acústico de una sola canción (“Ayer me dijo un Ave”), sin que dejen de cuidarle la garganta al cantante que, de viva voz, ha manifestado por lo menos 40 intervenciones (…y las que faltan).

Es entonces el momento en que un insólito y moderado Saúl Hernández, clama justicia y paz por tanto muerto y muertas (de Juárez que, burocráticamente, el asunto sigue en lo mismo: estancado y sin avance), con una sinceridad que ahora sí se cree.

Quien lo hubiera dicho: el que hasta ha renovado su look y dice que, entre otras cosas es feliz, hasta lavando trastes (pero sólo los de la cena ¿ok?)
Sabo Romo hace lo que mejor sabe con el bajo (hoy hace 24 años estuvieron en Rocko). Alejandro Markovich, de mallas y chalequito necesita un asesor de imagen que por lo menos le quite (y queme) el sombrero que lo hace ver como “Don Facundo”. Alfonso André, callado pero efectivo en la batería se complementa con los teclados del buen Diego Herrera con un look entre canadiense y montañés con una cabellera que puede reclamar Just for Men, castaño claro.
El también cantante de Jaguares está que no se la cree y hasta debe de pensar, ojalá y todos los conciertos fueran así, cuando todo mundo canta por él “Sólo muerto me podrán callar” y se siguen con “Hasta Morir”.
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